jueves, 8 de agosto de 2013

Más allá de la muerte

Morimos para que la vida sea importante

Intrigante bautismo en el cine de esta directora y artista polaca Agnieszka Wojtowicz, una casi cuarentona que ha cuajado un thriller psicológico original, bien organizado, y con el ritmo suficiente para mantenerte atento.

Adelanta detalles y da pistas que adivinan posteriores momentos relacionados y secuencias paralelas, bien trazadas y que simbólicamente adelantan acontecimientos de una manera sutil y sin hacer el argumento predecible hasta que, más allá de la mitad de la película, se descubre el bromuro de hidronio que paraliza los miembros, detiene los latidos y pareces un muerto en cuestión de segundos.
A partir de aquí: ¡Zasca!

Los supuestos poderes para hablar con los muertos de Liam Neeson se van haciendo menos creíbles y la peli pasa, de simular una historia de médium y muertos que recuerdan el suspense de Polansky,  a un secuestro en toda regla al estilo de Stephen King y su Misery.

La escena de las tijeras, el ataque de rabia en que Christina destroza la habitación, la llamada al móvil de su novio o su huida por la mansión… todas  empiezan a ser entendidas desde otro plano.
Bien Liam, aunque le falta espacio, y muy bien Christina Ricci y su enagua roja que marca una estética cuidada en contrastes de rojo sangre, negro muerte y muebles de época con austeridad de ataúd.

Personajes muy bien dibujados ambos, sin demasiadas fisuras, aunque el resto de individuos que pasan por allí, incluido el novio, son bastante flojitos, no nos dicen mucho, están porque tienen que estar para explicar a veces y otras para confundir y otras por estar.

El niño, alter ego del funerario Liam es un personaje perdido y sin demasiada explicación, el típico niño que da miedo.

Diálogos con conflictos salteados, la vida, los problemas más allá de la muerte, lo que nos llevamos a la tumba, el egoísmo de los que quedan, el arrepentimiento y la conciencia de lo que hemos hecho o dejado de hacer y las preguntas de siempre: ¿Qué haríamos de tener otra oportunidad? ¿Estábamos ya muertos en vida? ¿A quién realmente le importamos?


El detalle: En muchos planos Christina Ricci recuerda a la novia cadáver de Tim Burton, son clavadas.
¿O no?

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